jueves, 20 de febrero de 2014

Los tiburones de nuestra vida...





Cada persona tiene a lo largo de su vida dificultades, esas pequeñas pruebas que sortear y que muchas ocasiones nos hacen sentir que desfallecemos o que simplemente no estábamos preparados para recibirlas. A su vez cada situación nos otorga la oportunidad de ser mejores y nos dona nuevas virtudes y habilidades que ni siquiera pensábamos que tendríamos alguna vez en nuestra vida y nuestro ser.

Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas.
Se cuenta que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar adentro. Pero mientras más lejos iban, más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado. Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.
Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Sin embargo, los japoneses percibieron la diferencia entre el pescado fresco y el congelado y no les gustaba este último.
Entonces las compañías instalaron en los barcos tanques para los peces. Podían así meterlos vivos en los tanques y mantenerlos hasta llegar a la costa. Parecía que era la solución definitiva. Pero sucedió que después de estar un tiempo los peces en el tanque, dejaban de moverse. Estaban aburridos y cansados. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco. ¿Cómo resolver el problema?
Las compañías pesqueras pensaron entonces que para mantener el sabor fresco, seguirían poniendo a los peces dentro de los tanques, pero ahora introducirían en los tanques también… un tiburón pequeño!
Claro que el tiburón se comería algunos peces, pero los demás llegarían muy, pero muy vivos. ¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, para mantenerse vivos.
Algo semejante sucede en la vida. Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión y el interés. Ya no necesitará esforzarse tanto y se relaja.

Siempre tendremos dificultades y serán bienvenidas las dificultades si las sabemos mirar como las oportunidades para encontrar nuevos caminos, para escuchar otras opiniones, para aprender nuevas maneras de ver la vida, para fortalecer nuestro espíritu y sacar lo mejor de nosotros mismos.
Así que si descubrimos un “tiburón en el tanque”, pensemos qué gracias a él nos mantenemos vivos, nos hará conocer nuestro potencial. Por eso una educación en donde se le facilita todo al hijo o alumno, no logrará “extraer” lo mejor de él. Experimentan el mismo problema las personas que se ganan la lotería, o el de quienes heredan mucho dinero y nunca maduran.
Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla teniendo presente que las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente. En vez de ver como enemigos esos “pequeños tiburones”, sepamos aprovechar su forzosa convivencia para crecer en las virtudes.

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