jueves, 18 de septiembre de 2014

ME DECLARÉ A MI AMIGO Y YA NO ESTÁ A MI LADO

orias de amor o desamor que acaban en una lección. He aquí la mía. Hace 11 meses que estoy enamorada de mi mejor amigo, parece una locura, ¿eh? Bueno, locura lo que os voy a contar.

Todo cambió cuando aquel novio mío me puso los cuernos. Recuerdo perfectamente ese día, un 26 de diciembre (gran Navidad) me llamó un amigo suyo contándome todo, apoyándome, lo cual me sorprendió ya que mi ex era su mejor amigo. Me sentí genial al saber que aparte de él los demás chicos del grupo me apreciaban, me apoyaban y sobretodo me habían cogido un poco de cariño. Hasta ahí la historia no parece muy catastrófica.
Bien, pues me enamoré de uno de los chicos del skate park. Lo miraba fijamente, me quedaba embobada cuando quedábamos, me quedaba las noches en vela hablando con él de cualquier tema, había feeling. Durante esta época yo ya no lo veía como un amigo, sino como mi mejor amigo.
Pasaron los meses y la cosa se complicaba cada vez más, me contaba todo sobre sus asuntos amorosos todo sobre aquellas chicas 10 con las que se ilusionaba. Yo, a pesar de sentir que el mundo se me caía cuando me lo contaba, a pesar de ello, yo era su mejor amiga y debía estar ahí.
Pasaron más y más meses y llegó el verano y ahí estaba yo frente a la pantalla de mi móvil contándole a “H” todo lo que sentía, esperaba una respuesta, pensaba “¿por qué no contesta?” Mil cosas se me pasaban por la cabeza. Al minuto, respondió: “nada va a cambiar, no tenías porqué haberme dejado de hablar…” Eso no respondía a mi mensaje. Lo de “nada va a cambiar” me tranquilizó de alguna manera, porque eso significaba que quería que siguiera siendo su mejor amiga. Pero los días pasaron y aquella frase se la llevó el viento, ya nada era igual.
A día de hoy sigo completamente enamorada, como antes. Sólo con un cambio: él ya no está a mi lado cuando lo necesito. No nos decimos que nos queremos aunque en el fondo sé que sí (como amigos) y sobre todo odio pensar en que jamás me dijo lo que pensaba ¿Fue tan cobarde? ¿No quería hacerme daño? ¿O sentía lo mismo pero su amistad con mi ex era un obstáculo?

Jamás lo sabré. Ahora, como cada noche, miraré nuestras fotos antes de dormirme y me quedaré llorando hasta quedarme dormida.

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