Hay una gran diferencia entre ser feliz y estar contenta. En el otoño de 2004, sin planear nada, salimos a bailar. Era un lugar que le decían “El Pulguero”. Un lugar que no era de mi ambiente y que nunca pensé que iba a conocer. Pero ya estaba ahí y mi moto era que uno hace la fiesta y no que la fiesta lo hace a uno. Esa noche recibí dos propuestas de matrimonio. Claro, de dos hombres que estaban borrachos y cualquier mujer con minifalda era mujer perfecta. Baile con cuanto hombre llegase a mi lado.
Cuando tuve una oportunidad de sentarme tome de la botella de agua y cuando llego un joven para pedirme que bailara. Le dije que si y volteé hacia atrás para dejarle la botella a mi hermana. Cuando me levante vi que el joven había empezado a caminar y yo le seguí No se como fue pero se me desapareció entre los bailadores. Cuando regresaba note que mis hermanas se morían de risa. Me dejaron plantada. Yo me reí hasta llorar.
Agarre mi botella y cuando estaba por tomarle otro joven llego hacia mi y yo le agarre la mano. Bailé con él y cuando pensé que ya era tiempo de bailar con otro el me pregunto por mi nombre. “Angie” le dije, un nombre que me tenia en anonimato. Entre la música y el baile conversamos de los exes y de la vida. Los listones de mi zapatos izquierdo se me desabrocharon y cuando me incline para amarrarlos el se me adelanto. Fue en ese momento que decidí conocerlo mas.
Seguimos bailando cuando llego hacia nosotros un hombre que vendía chicles, rosas y osos. Yo le dije no gracias, pero mi bailarín me dijo al oído que era decisión de el y no mía y antes que siguiera lo interumpí y le dije que no me gustaban las rosas y que prefería a un chango que a un oso. El le dijo algo en el oído al vendedor el cual se fue. Seguimos con nuestro baile y conversación. Al rato llego el vendedor de nuevo y esta vez me sorprendió con un chango, el cual mi bailarín se adelanto a pagar. Le di el numero de teléfono donde me podría encontrar.
Al siguiente día salimos y le conté que yo solo estaba de visita y que vivía seis horas hacia el Oeste en California y también que esa noche me regresaría a casa. Me dijo que su apellido era “Campos” un apellido que yo desde niña deseaba que fuera mi apellido aunque no le dije.
Hablamos demasiado. Cuando llegue a mi casa en California sonó el teléfono y escuché su voz decirme que solo quería saber que había llegado bien.
A los 3 meses decidí volver y el me insistió que me hospedara en su departamento. Me dijo que aprendiera a vivir el momento. Me recibió con unas flores en la mesa. Pasamos un fin de semana padre. Sentía en mi corazón que todo lo podía Entre viajes para verlo y sus detalles me fui enamorando de el.
Él viajó a verme tres veces y la ultima fue mi regalo sorpresa para el. Las cosas empezaron a cambiar. De pronto le molestaba que me pusiera falda, que no me pintara y mi caracter fuerte pero me decía que pronto iría a recogerme para vivir juntos.
A los 9 meses me exigió que me quedara para un concierto el cual yo no podía ir. El concierto estuvo bien padre y yo sin saber el la paso con una chica quien estaba hermosa, joven, virgen y con algo mas que yo no tenia.
A los días me comento que se le había presentado una oportunidad, igual que a mi, de casarse con alguien por negocio. Le dije que la tomara y que lo único que yo quería es que se superara sin pensar que por ella él terminaría nuestra relación Me termino así no más dándome escusas, que yo no quería cambiar y cosas así pero la verdad era otra.
Yo perdí la cabeza y seguí a mi corazón cosa que con nadie había hecho. Empaque un poco de ropa ese fin de semana y estaba decidida a irme sola a verlo, pero al verme tan mal mi madre me acompañó.
Llegué a la casa de mi hermana, me bañé y espere a las 9 am para ir a su departamento. Hablamos, le dije que lo amaba y creo que porque estaba ahogada en llanto el se conmovió de mi. Regresé a mi casa con la intención de que la siguiente vez me quedaría a vivir con el.
El lunes le hable y resulto que nada había cambiado y todo había terminado. Mi mundo se me cayó por segunda vez. Perdimos comunicación
Los siguientes meses La depresión fue muy fuerte y caminaba como sonámbula Planeé mi propia muerte. Hasta que un día ya no podía llorar. Cambie mi imagen, salí a divertirme, me rodeé de mis mejores amigos, y viajé.
A los 6 meses le hablé. Le conté todo lo hermoso que era mi vida y el me contó que tuvo un accidente. Regresaba de un viaje acompañado con su novia. El papa y la abuela de ella fallecieron al instante y el quedo casi muerto y que ella lo salvo. Me dijo que durante un mes que duro en el hospital deseaba que le hablara. Me avergoncé de lo bueno que yo tenia.
Se formó una amistad pero el me decía que no me podía olvidar, que yo era la mujer de su vida, pero que a ella no la podía dejar por lo que habían pasado.
Sin pensar volví a caer y de ser la numero 1 me convertí en la otra. Pasaron meses y sin buscar encontré trabajo en Arizona. Me despedí de todos y me aventé Lejos de mi mama y amigos fueron los seis meses mas amargos de mi vida. Mi jefe me acosaba y yo enamorada del hombre equivocado
Cuando andaba bien me decidía a terminar con esta absurda relación solo para llegar a verlo y no poder. Me ganaban las ganas de amarlo y mostrarle que yo era perfecta para el.
En una de esas quede embarazada. Cuando le dije, me dijo que ya le había propuesto matrimonio a su novia y me pregunto muy sin pena si yo quería que el fuera el papá de mi bebe. Que pasaría en su mente, realmente no se pero la mía me decía que corriera lo mas rápido posible.
Regresé a California sin terminar nada. Me junte con alguien que me ofreció su amor y su apoyo. Un hombre al cual yo había conocido en un accidente de carro. Me refugié en sus brazos Al tiempo mi dolor de cabeza regreso y como si nada regreso con el todo lo que pensé ya estaba olvidado. El nunca se caso porque había otra embarazada que no era su novia.
Pasó tiempo y con mentiras y engaños yo lo volví a aceptar, haciéndolo mi amante. Entre comentarios me pidió la prueba de DNA de mi bebe, la cual yo se la hice personalmente y me dijo que solo estaba conmigo por mi bebé, pero sus acciones eran otras y yo seguía locamente enamorada. Terminábamos pero no pasaba mucho tiempo cuando ya estábamos de regreso. Se fue para México para arreglar sus documentos. Hacíamos planes de estar juntos como cualquier pareja.
Yo me case con el que me ofreció su cariño y empece mis tramites legales para estar bien en este país A el le salio otra oportunidad de casarse por negocios y otra vez le dije que lo hiciera. Se casó, pero seguimos aferrados a lo que un día fue. Nos decíamos que nos amábamos y que algún día íbamos a estar juntos.
Casi dos años pasaron y entre comentarios me dijo que había una joven que “se le estaba poniendo de modo”, el cual yo con sinceridad le respondí que a mi las oportunidades no me faltaban.
Colgamos sin que yo le dijera que me había herido. Lloré y me quise morir. Fue ahí donde decidí terminar con todo. No le hable ni lo vi. Le mande un e-mail explicándole mis razones. Me hablaba y yo no contestaba hasta que sin saber conteste su llamada. Me dijo que quería escuchar mi voz, que me amaba. Le dije que me hacia daño estar con el y que leyera el e-mail pues no la había hecho.
En la ultima llamada me confirmo mis sospechas. Le dije que yo sabia que él se metería con ella, conmigo o sin mi y por eso me retire. Lo hice que me prometiera que no me buscaría en un año. Hace dos meses y medio que no se nada de él y aunque ya no estoy tan deprimida todos los días lo recuerdo.
Vivo con mi esposo esperando algún día poder amarlo y vivo con mi hija de tres años y medio la cual solo lo conoce a él como papá. Estoy contenta con lo que tengo, pero todavía no encuentro la felicidad.
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