Mi historia comienza un 28 de mayo de 2013. A mí, de hace unas semanas antes me gustaba un chico y mucho. Demasiado. El chico había llegado a mi colegio ese año. El tema es que era un día lluvioso, por lo cual no hicimos casi nada en clase. Es más, nos pusimos a ver una película. Yo me sentaba sola, ya que mi compañero de banco había faltado.
Este chico que me gusta, llamado Joel, decidió sentarse conmigo. Mi felicidad era extrema. Conversamos de lo mejor, un rato larguísimo. Luego empezaba la película. Cuando empezó, yo me concentré en ella y Joel me miraba a cada rato. Yo me hacía la tonta y miraba la película pero estoy segura que transpiré y me puse roja. En una de esas miradas, me miró y lo miré. Cuando sucedió esto, me sonrió de manera pícara y dulce a la vez. Yo también lo hice.
Luego de esto nos hablábamos todos los días en los recreos del colegio. Jugábamos con todo el curso a las escondidas, y yo siempre me escondía con él y si no lo hacía, él venía, o yo iba con él. Esto fue casi siempre, pero luego nos dejamos de hablar. Como había llegado recién ese año, no tenía muchos amigos y cuando dejamos de jugar a las escondidas, se hizo amigo de los “populares” del colegio. Yo soy una de las populares ahora, pero en ese momento no lo era tanto. Como era amigo de ellos, a mi me trataba mal. Muy mal. Especialmente en frente de su mejor amigo.
Un 20 de octubre de ese año, me agregó a Facebook. Yo visitaba su perfil a veces. Lo primero que preguntó cuando me agregó fue: “¿Por qué no fuiste a la escuela? ¿Te pasó algo?” y le contesté que estaba enferma. Luego de eso cada vez que me veía conectada, me hablaba. Pero íbamos al colegio y me trataba mal. Me trataba bien en el colegio sólo cuando faltaba su mejor amigo. Luego yo era una basura vomitada por un perro, literalmente.
Terminaron las clases e hice lo peor que pude haber hecho. Me confesé… le dije que me gustaba y su respuesta fue: “Yo también gusto de ti”. Y luego agregó, “un poco”. Esto fue en Facebook.
Tras esto, diciembre, enero y febrero no me habló. Llegó marzo y comenzaron las clases. Un día de marzo, la maestra lo mandó a sentarse conmigo porque en su sitio hablaba mucho. Yo fui feliz, porque me hablaba todo el tiempo. Hoy ya casi en mayo, lo sentaron junto a su mejor amigo y a mi junto a una de mis mejores amigas, ya que su mejor amigo desde donde estaba no podía ver lo que la maestra explicaba en el pizarrón.
En fin esta es mi historia, y quería compartirla porque me siento muy mal, me encantaría que algún día yo le guste pero antes les hago una pregunta. A juzgar por ustedes, ¿creen que antes yo le gustaba?
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