jueves, 7 de agosto de 2014

Fantasías encerradas en frascos


 Me encontraba sentada en un banco, en las afueras de la ciudad. Ya no se escuchaba el ruido de las fábricas, ni de los coches, ya no sentía el humo en mi garganta. Respiré hondo un par de veces, suspiré y miré al suelo. Allí no ocurría nada, todo estaba silencioso y con un olor de perfume que no sabía de donde podía venir, pensé que no había nadie más allí pero alguien se sentó a mi lado,  de sorpresa y sin esperármelo pero alguien había parecido. No pude sonreírle, no le conocía. Llevaba una camiseta multicolor y unos pantalones vaqueros, sentía que el mundo se me tragaba a su lado, pero él no me dijo nada, tan solo dejo un frasco vacío de cristal y se fue andando, por el camino de rosas. Me quedé otra vez sola, sin esperar ninguna respuesta a mis preguntas. No sabía qué había pasado. Me di cuenta de aquel frasco transparente que había dejado y entonces, comprendí todo. Lo cogí con las dos manos, con cuidado, sin producir apenas ruido y sin dejar de mirarle. Noté que dentro del frasco se movía algo. Acerqué mis ojos hacia él y lo vi. Había magia dentro de ahí, eran animales paseando entre hierbas, otros bebían y se bañaban en los charcos y en los lagos. Pude respirar la fragancia de cualquier perfume moderno, pude ver parejas escondidas detrás de varios arrecifes de coral. Cada esponja, cada persona y toda la magia flotaban en aquel mar de fantasía. Deseé estar allí, bajo todo tipo de especies y viviendo el amor verdadero, como muchas personas lo hacían, quise dejar de mirar. Mi ojos se empezaban a cansar pero no podía salir. Lo intenté pero no lo conseguí, entonces, noté cómo aquel chico que había dejado aquel frasco mágico, se acercaba hacia mí y pensé que quería salvarme o tal vez, darme alguna explicación pero lo único que hizo fue cogerme y lo comprendí todo. Ahora yo era aquel frasco que se encontraba posado en una de las rocas del mar y todo lo que podía ver era la realidad. Solo oí una voz en mi cabeza. Fue la última que oí y la única que pude sentir de verdad antes de que me petrificara y mi alma se quedara incrustada en aquel frasco mágico.
¿Acaso no era eso lo que querías, vivir lejos de la realidad, no querías un mundo de fantasía?

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