domingo, 2 de marzo de 2014

Nada pasa por casualidad

Como dice la madre de una amiga mía, "Nada en esta vida sucede por casualidad". La providencia de Dios es tan maravillosa, que hasta de las desgracias se sacan ventajas con el tiempo. Aquello de "Dios escribe derecho con renglones torcidos" ha dado en la historia para que corran ríos de tinta. Hace un tiempo (03-02-07, cómo pasa el tiempo...) publiqué en este blog aquella historia del naúfrago a quien se le quema su cabaña -su única posesión- y se enoja con Dios. Fruto de aquel incendio vino su rescate y su salvación, algo que él no comprendía en primer momento. Hoy os traigo otra historia parecida, con el mismo fondo, aunque quizás más desarrollada literariamente. Os la dejo para vuestra reflexión, y para que, por muy mal que os vayan las cosas, no dudéis que Dios está a vuestro lado:


Un día, al sur de los Himalayas, mientras el rey de toda la tierra se sentó en su corte, llegó un embajador de Persia y obsequió al rey con una hermosa espada labrada a mano . Mientras admiraba el trabajo hecho en la espada, el rey se amputó accidentalmente el extremo de su dedo pequeño.

Ante la consternación del rey, el primer ministro de la corte dio un paso en dirección al trono y dijo: "Vuestra Real Alteza, no se lamente por la pérdida de la punta de su dedo, pues siempre todo está dispuesto por Dios" .
Al escuchar las palabras de su primer ministro el rey se enojó mucho y dijo: "Pienso que no puedes apreciar la pérdida de mi dedo porque es mi dedo el que se ha perdido y no el tuyo. Mejor sería que retiraras tu declaración, no sea que sufras la pérdida de más de un dedo".

"Su Majestad, yo te hablo con la verdad". Contestó el primer ministro. "Todo está dispuesto por Dios. Tú puedes actuar como lo dicte tu conciencia".


El rey, con la mente agitada y su ira fuera de control, ordenó a sus soldados que arrestaran al primer ministro y que fuera conducido a prisión. 

Sucedió que el día establecido para la caza (era habitual que el primer ministro acompañara al rey), como aquél se encontraba en prisión, el rey marchó solo. Mientras estaba en el bosque de cacería, el rey fue atacado y capturado por una banda de caníbales salvajes . El rey fue arrastrado al lugar donde se hacían los preparativos para el sacrificio humano; fue bañado con aceites sagrados y conducido al altar del sacrificio. Momentos antes de ser matado, el alto sacerdote del sacrificio advirtió que le faltaba una punta del dedo .

"Este hombre no es apto para ser sacrificado" dijo el sacerdote. "El extremo de su dedo está ausente y, por consiguiente, es inaceptable" .

Los caníbales llevaron al rey al bosque y allí lo dejaron libre. El rey recordó las palabras de su ministro. Al retornar al palacio, fue directamente a la prisión a ponerlo en libertad. 

"Tú dijiste la verdad" dijo el rey. "Si no hubiera tenido la punta de mi dedo cortada, hubiera sido apropiado para el sacrificio y comida para caníbales. Seguramente Dios dispuso salvar mi vida". El rey continuó: "Pero no entiendo por qué Dios me permitió ponerte en prisión. ¿También fue dispuesto por Dios?". 
"Sí." Contestó el ministro, "Si no me hubieras puesto en prisión, yo hubiera sido tu compañero de cacería y me habrían capturado contigo. Puesto que mi cuerpo está completo y sano, yo hubiera sido sacrificado en tu lugar al establecer el sacerdote tu incapacidad...".

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