jueves, 6 de marzo de 2014

Quedarnos con lo esencial


Una de las primeras ambientaciones para lor Ejercicios Espirituales recibidos la semana pasada fueron unas palabras de Benedicto XVI en el Ángelus del 20 de agosto pasado en Castelgandolfo. En él se recogía a su vez un consejo de San Bernardo al Papa Eugenio III. Lo copio literal: "Es necesario prestar atención a los peligros de una actividad excesiva, independientemente de la condición y el oficio que se desempeña, pues las numerosas ocupaciones llevan con frecuencia a la dureza del corazón, no son más que sufrimiento para el espíritu, pérdida de la inteligencia, dispersión de la gracia»".

Sabias palabras que ademas de denunciar el hiperactivismo al que tendemos todos, nos hacen ver lo esencial: ¿De qué nos van a juzgar en el último día?, ¿De qué estaremos orgullosos y satisfechos en nuestros últimos días?... ¿De las distracciones? No. ¿De los afanes cotidianos? No. ¿De las horas perdidas en estupideces? No. ¿De la oración? Si. ¿De la caridad? Si. Ahí están los dos pilares, ahí estan los dos mandamientos en los que Jesucristo redujo los miles de preceptos judíos... "Amar a Dios sobre todas las cosas (Fe-oración) y al prójimo como a uno mismo (Caridad)" (Mt. 22, 37-39).
Ahora que está cercana la Cuaresma, vamos a responder sinceramente a esta pregunta para situarnos lúcidamente en ella: ¿Qué tiempo le dedico a estos dos pilares -oración y caridad- en las 24 horas del día...? Recordemos que sólo eso importará en el momento clave de nuestra existencia...

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