martes, 24 de junio de 2014

Y como aquella vez, te lo vuelves a llevar todo


Querida amiga:

Pasa el tiempo.

La distancia, como siempre, separa más que une. Es inevitable. Intenté convencerme de todo lo contrario pues te fuiste de mí del mismo modo en que te presentas hoy, de improviso, y parece ahora ayer, cuando en esa despedida fui abandonado con un hola acre que resultó ser un adiós envuelto en una sonrisa forzada que decía que no te volvería a ver.

Pero has vuelto, y aquí estás, sin venir y sin esperarlo, como un capricho cruel de la memoria que se parece al destino y al tiempo que no tienen medida, y ese sino quiere que vuelva a saber de ti y quiero decirte que yo estoy bien, que tengo mujer y dos hijos muy guapos, y que trabajo de lo que quiero, y que tenía muchas ganas de verte porque siempre pensé que nunca te iba a encontrar de nuevo.

Han pasado tantos años, vida mía.Y mientras te escribo, muy despacio, pierdo mi nombre y mi condición de hombre pues no hay nada más inmenso que una herida cerrada, una cicatriz que desea bañarse con la voz de tu recuerdo, y ese recuerdo entra en mí, sin pedir permiso, otra vez, y bailamos, como aquel día en el que, arrogante, me pisé a mi mismo y casi caigo y me acerqué mucho a tu cuello, y un bucle rubio no se quiso apartar.

Y aquí estás y me dices hola amigo, y como aquella vez, te lo vuelves a llevar todo.

Ya termino la carta, ya termina el baile... mira, acabamos solos de tanto buscarnos para siempre.

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