domingo, 2 de marzo de 2014

Una bonita historia Cherokee

Llevo 10 días con una conjuntivitis que se ha cebado con mi ojo derecho, así que no estoy para escribir demasiado, pero tampoco quiero abandonaros espiritualmente. Me llena de satisfacción, de responsabilidad (y de un poco de vanidad, todo hay que decirlo) comprobar que casi 400 personas visitan mi página diariamente. Mi página, o mejor dicho, vuestra página, porque de no ser por vosotros hace tiempo que la habría abandonado -como de hecho fue mi primera intención en 2009-...

Bueno, dado que como os digo no puedo fijar mucho la mirada en el ordenador, os tendréis que conformar con una de esas historias que a mi tanto me gustan pero que no me va a suponer mucho más que un cortar y pegar. Mi hermano la subió al Facebook hace unas semanas y hoy quiero yo compartirla con vosotros. 

Dice así:

"Cuentan que cuando un niño de la tribu Cherokee empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo. El niño tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda hasta que los rayos del sol brillan de nuevo en la mañana. El niño no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive esa noche, ya se le puede considerar un hombre en la tribu. Una vez pasa la prueba, no puede hablar con los demás acerca de esta experiencia que se considera secreta y privada, individual para cada uno, porque cada chico debe experimentar la madurez por sí mismo.

¿Qué ocurre durante esa noche? Nos podemos poner en la piel de ese niño abandonado en el bosque. El niño está terriblemente aterrorizado. Escucha el viento soplar y la hierba crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que es la única manera en que puede llegar a ser un hombre. Oye toda clase de ruidos... bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan, quizás alguna voz humana que pueda estar tramando hacerle daño...

Después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño puede quitarse la venda... Cuando sus ojos ven de nuevo la luz, lo primero que descubre es a su padre sentado junto a él. Entonces es cuando su padre le cuenta que no se ha ido, que ha velado por él toda la noche en silencio, sentado en un tronco a su lado para protegerlo de cualquier posible peligro sin que él se diera cuenta...

De la misma forma, nosotros nunca estamos solos. Aun cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida, Dios está a nuestro lado, velando por nosotros, sentado en su tronco." 

Ojalá aprendamos también nosotros a ser tan valientes como los niños Cherokees y de paso asimilar esa lección de confianza que nos dan sus padres. Puede parecer que estamos solos, pero Dios está siempre a nuestro lado, aún en el silencio y en la oscuridad de la noche...

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