Si soy sincera, no sé cuando las conocí. Sé que fue hace años, muchos, y que si mirase calendarios antiguos, podría descubrir el día exacto, pero no me refiero a eso. Éramos tan, tan sumamente pequeñas, al menos a mis ojos, que no lo recuerdo, no recuerdo el momento, lo primero que pensé de ellas. Pero sé que al momento nos entendimos. Que para mucha gente pasamos a ser un trío, no tres niñas pequeñas más que pasaban por allí. Que no estábamos siempre juntas, pero que estaba muy unida a las dos.Luego, estuve menos unida a una de ellas, por circunstancias pasadas que recuerdo pero no me imporan. Estuve mal, pero no es nada comparado con lo bien que estoy ahora con ella, con sus párrafos eternos de whatsapp cuando tiene algo imporante que decir o cuando se preocupa por mí. Y lo único que me preocupa son esos remordimientos que le entran de vez en cuando cuando cree, incluso, que me sigue importando de la misma manera lo que pasó aquel lejano día cuando éramos unas niñas que empezaban a vivir. La que espero que no llore, que sonría ampliamente, porque la quiero mucho.
Y me uní a otra, a la persona más "mona monosa" que conozco, la que compartía mi pesadez al ir a comprar ropa y mi amor por los libros. La que se convirtió en mi confidente y la que se convirtió en la aliada de mi primer amor entregándome algún que otro regalo. La que ahora se siente infinita y puede tocar su sueño si se pone de puntillas. La que ha sido la colchoneta de mi vida tantas veces para evitar que cayera al suelo. A la que quiero infinitamente. Y le doy mi Palabra Infinita de ello.
Sé que estas entradas dedicadas no significan mucho para los lectores, que es más difícil sentirse identificada y que a las personas a las que les dedico entradas no son las únicas del mundo a las que quiero, pero al menos espero que dos personas sonrían a través de una pantalla pensando en que no solo quiero un hermanastro como Patrick.
Así que esto es para vosotras.