El ser humano es algo más que un cuerpo y una mente. Su realidad se compone de numerosas facetas que pueden analizarse a partir de cuatro planos que se entrelazan profundamente para formar un ser único. Estos planos son: físico, psicológico, cultural y espiritual.
-El plano físico. Es la base material de nuestro cuerpo. Sin embargo, se diferencia de la calidad corporal de otros seres de nuestro mundo, ya que el cuerpo humano sirve de asiento al espíritu. Los caracteres sexuales físicos, basados en los órganos reproductores, son la fuente primaria del impulso erótico y del tipo de deseo que tratamos en este libro. El sexo físico es el más elemental de todos, pero también es su expresión más primaria: pura fisiología, una simple manifestación del sistema hormonal.
-El plano psicológico. Es lo que denominamos mente, cuyo asiento físico es el cerebro. Todos los animales tienen cerebro, pero en el ser humano este órgano desempeña la función superior del pensamiento consciente, que es la fuente de la inteligencia racional. En este plano se expresa el denominado sexo psicológico, caracterizado por los términos masculinidad y feminidad. Los sentimientos paternales y maternales también habitan este plano, así como la libido.
-El plano cultural. Es el que se desarrolla por medio de la educación. El aprendizaje, la capacidad de adquirir conocimientos exteriores que nos liberen del programa del instinto, es un rasgo único del ser humano. En el plano del deseo, la educación es fundamental a la hora de establecer unos patrones sexuales determinados. Una correcta educación sexual desde la pubertad forma adultos equilibrados y sanos. Una educación sexual inadecuada o inexistente da lugar a personas hedonistas, ansiosas o neuróticas.
-El plano espiritual. Es quizá el más complicado de definir, ya que el espíritu es una esencia interior de lo humano que no puede ser medida ni contemplada científicamente. Sin embargo, es ese hálito el que nos mantiene vivos y el que nos eleva por encima de la animalidad. La sexualidad espiritual es la más elevada, y es la que lleva a un hombre y a una mujer a fundirse en un solo ser impulsados por un proyecto familiar de vida en común. Es la aspiración a lo absoluto.
Estos planos no son independientes: todos juntos conforman la personalidad, y deben actuar unidos y en equilibrio. Si predomina uno u otro, habrá problemas. Así, la persona que da mayor importancia a los factores culturales puedo caer en conductas como la sexofilia; el que se mueve animado por el sexo físico, trivializará el contenido de esta actividad y se verá sometido a sus impulsos; otras personas, por el contrario, pueden reprimir excesivamente sus deseos, lo quo es tan negativo como la liberalidad absoluta.
La sexualidad es un idioma que se expresa a través del amor. Y el amor parte del cuerpo, de la mente, de la educación y del alma. Para comprender la verdadera dimensión sexual del ser humano es imprescindible conocer sus cuata planos y saber conjugarlos y hacerlos actuar de manera coordinada y equilibrada.
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