viernes, 6 de diciembre de 2013

FRECUENCIA DE LAS RELACIONES SEXUALES




Un tema de interés en las relaciones sexuales es la frecuencia de las mismas. La repetición del acto sexual en una pareja depende de muchas variantes, aunque en general suelen ser más habituales e intensas en los primeros tiempos del matrimonio. Más adelante suelen espaciarse, aunque esto no signifique que el amor en la pareja haya disminuido.
La pregunta «¿Cuál es la frecuencia normal de relaciones?» no tiene una sola respuesta: cada persona y cada pareja tienen unas necesidades concretas, que además varían dependiendo de numerosas cuestiones, como el estado físico, el trabajo, el nivel cultural y la educación, las preocupaciones, la hora del día, la estación del año. Incluso la zona en la que se vive influyo: por lo general las personas que viven en el campo tienen relaciones más frecuentes que las que habitan en las grandes ciudades. Las prisas y la ansiedad características de la moderna vida urbana tienen mucho que ver con esto.
Algunas parejas, sobre todo en los inicios de su vida conyugal, mantienen relaciones a diario. Otras, varios días a la semana. Y otras, una vez a la semana o menos: depende de cada cual determinar su propio ritmo. La frecuencia sexual puede mantenerse durante años, y aunque tiende a disminuir con el tiempo (en parte por razones naturales), en algunos usos la variación puede ser al alza. No hay normas fijas, y esto lo saben bien los diversos estudiosos, desde Freud a Kinsey o Ellis, que han estudiado el tema de la sexualidad humana.
En cualquier caso hay que recordar que las relaciones no deben planificarse. No olvidemos que la espontaneidad es la clave, por lo que lo ideal es que el acto sexual se produzca en momentos de relajación y buena predisposición de las dos partes. Por este mismo motivo tampoco hay que establecer una hora fija del día para el encuentro sexual. La mayor parte de la gente prefiere la noche. Sin embargo, éste no es siempre el mejor momento: después de una larga jornada de trabajo, el cansancio y las tensiones acumuladas son un mal ingrediente para alcanzar el estado de ánimo necesario para el coito.


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