A la hora de estudiar la sexualidad humana la mayor parte de los autores se centran en los aspectos técnicos, olvidando cuestiones tan importantes como la afectividad, la comunicación o la espontaneidad. Desde nuestro punto de vista esta última faceta es básica, ya que consiste en lograr que la pareja acuda al encuentro sexual sin ideas preconcebidas, desarrollando la relación de un modo natural que se adapte a las necesidades de cada uno de los dos.
No se trata de quitar toda sofisticación al acto sexual, pero tampoco de hacer de la sexualidad una especie de juego artificioso, ya que esto termina produciendo insatisfacción y separa al hombre de la mujer.
Por eso la espontaneidad es una clave de la buena relación conyugal. Es, como todo en la sexualidad, un proceso que requiere tiempo, atención y algo de paciencia. Se trata de descubrir poco a poco, sin prisas, la intimidad de nuestra pareja. Sólo de este modo, combinando naturalidad y dedicación, el hombre y la mujer llegan a conocerse de verdad, a encontrarse íntimamente más allá del plano físico, en la interioridad de su mente y su alma.
El otro gran elemento de la sexualidad humana es, como acabamos de indicar, la paciencia, y esto es aplicable sobre todo al hombre. El sexo masculino presenta una predisposición rápida al coito, su excitación es más rápida y explosiva. Las mujeres, por su parte, tienen un ritmo de excitación más lento, paulatino, y para alcanzar el clímax necesitan una preparación, ese «ritual» del que ya hemos hablado.
Por eso hay que insistir en la importancia que para el amor tienen las caricias previas. El hombre debe tener en cuenta que el orgasmo femenino es más «difícil». A veces sólo se alcanza tras una larga relación de pareja, con repetidos encuentros sexuales. Este proceso se acelera, y aumenta en satisfacción mutua, si el hombre es paciente y sabe cómo excitar a su pareja.
Todo esto nos lleva, en definitiva, al argumento fundamental de la conexión amorosa auténtica: el egoísmo no tiene lugar. El amor es entrega mutua y delicada. Cualquier actuación egoísta, desconsiderada, apresurada o carente de sensibilidad conduce a la insatisfacción, la tristeza e incluso, el alejamiento y la ruptura. Las consecuencias de una mala práctica pueden llevar a problemas serios, como vaginismo o frigidez en la mujer, o impotencia y eyaculación precoz en el hombre. Conocer el cuerpo de la otra persona para sale el mejor camino a seguir en la excitación. Afectividad que trabaja la estructura íntima del momento, volcándose en todos los planos, aprendiendo a amar con el cuerpo.
Hay que ser natural y al mismo tiempo, saber quemar etapas. La prisa sobra en el verdadero acto de amor.
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