Ya hemos señalado con anterioridad que la relación humana -y no sólo la sexual- combina los aspectos gestuales (lo que podemos ver o tocar) con las palabras. La relación entre las personas es pues una suma de dos lenguajes: verbal y no verbal. En el encuentro sexual, tal como vimos, hay un primer contacto visual (no verbal), al que sigue una secuencia verbal que sirve a las personas para conocerse y realizar una comunicación literal de su afecto. A continuación se da la expresión táctil de las caricias, que es también una forma no verbal de comunicar la ternura. El amor implica una combinación equilibrada de palabras y silencios elocuentes.
El lenguaje verbal es objeto de estudio privilegiado de la filología. Entra dentro del ámbito de la psicología analizar el lenguaje no verbal, sobre todo en lo que se refiere a la expresión de las emociones por medio de gestos faciales. Es una labor difícil cuyos primeros pasos fueron dados en 1977 por J. Izard y diez años más tarde por Paul Ekman.
Su procedimiento científico consistió en hacer un catálogo de las emociones más importantes y luego analizar cómo cada persona las expresaba gestualmente. Ira, felicidad, nerviosismo, tristeza, plenitud, enfado, placer, preocupación, paz interior... Cada sentimiento básico presenta una gestualidad que, a grandes rasgos, es igual para todas las personas. Los hallazgos en este campo han permitido establecer un código fundamental del lenguaje humano no verbal basado sobre todo en las oposiciones «placer-disgusto» y «atracción-rechazo».
¿Qué utilidad tiene esto? En el terreno de la psicología permite estudiar algunos rasgos del interior de la persona a partir, precisamente, de su expresión externa. Hay incluso sistemas de análisis científico como el desarrollado por Ekman, uno de los mayores especialistas en el campo del lenguaje no verbal. Es el cuestionario denominado FAST (Facial Affect Scoring Technique), basado en diversos parámetros, como la posición de los ojos y el tamaño de la pupila, la expresión de las cejas y la boca, etc., que dan una determinada puntuación la cual, a su vez, es interpretada como un sentimiento concreto en un momento determinado. Su utilidad como herramienta de diagnóstico es indiscutible.
Sin embargo, sus aplicaciones van más allá, y pueden resultar de gran utilidad en el terreno de las relaciones de pareja. En efecto, el lenguaje no verbal, si se comprende adecuadamente, facilita la comunicación entre dos personas que se quieren, y puede contribuir a una mayor unión al tiempo que evita malentendidos. Se puede aplicar aquí con mayor propiedad que nunca ese refrán que dice: «La cara es el espejo del alma».
Antes y durante el encuentro sexual es conveniente observar las expresiones de la cara del otro, que reflejan de modo inequívoco sus sentimientos más profundos. En una relación plena, la ternura, el afecto, el placer y la unión, desde la parsimonia de las primeras caricias hasta la vibración del coito, todo se manifiesta en el rostro.
Si sabemos observar estos detalles, comprenderlos y disfrutar con ellos, haremos que la relación dé un paso adelante y se vuelva más humana, compleja y completa. El amor se tornará más intenso y real. El amor conyugal hace más humana a la persona, la mejora, la transforma y la eleva de nivel.
0 comentarios:
Publicar un comentario