En el comienzo de todas las relaciones de pareja, exceptuando flechazos si es que existen, hay uno que quiere y otro que se deja querer. Está claro quien tiene el poder y quien sucumbe, quien cede y quien se sale con la suya, quien sale “vencedor” y quien hinca la rodilla. Por cierto, el que ceda la primera vez, será el que ceda siempre, ley de vida, pero ese no es el tema. A continuación se analizan ambas perspectivas.
La persona que quiere
La persona que quiere es la que más tiene que perder, al fin y al cabo es la que ama. Es la que arriesga, la que conquista, la que apuesta todo por esa otra persona, la que pone sus ilusiones y sus esfuerzos. Busca que la otra persona la quiera, busca ser correspondido, hacerse querer, porque en el amor de pareja la cosa es de dos (Perdón por la afirmación cajonera).
La persona que se deja querer
Antes de empezar, si usted ve que no la va a querer no comience con la relación, es decir, si usted está en el principio y ya está planificando el final. No es manía mía, es para no crear falsas esperanzas ni ilusiones, ya sabe usted, las cosas del querer. Éste es el papel bonito, a la mayoría de la gente les gusta sentirse queridos y que les quieran, sube su bajo ego. La persona que se deja querer pasa a disfrutar de los placeres que le proporciona “el que quiere” para que el amor sea correspondido. Esta persona tiene el poder y el que menos tiene que perder. Puede ir a peor, aprovechar esta situación para obtener ventajas o hacer daño (pero obviaremos esto en este post).
El Momento…
Hay un momento que la persona que ama se cansa del papel, de que su amor no sea recíproco, de ver que no se siente valorada o de que jueguen con ella. En ese momento surgen dudas que aumentan con el tiempo. Hasta que hay un momento que…. que el que quiere, deja de hacerlo puesto que ha pasado el tiempo y se ha cansado de querer, de luchar por la relación, de creer en el otro y en sus promesas. Este es un punto de no retorno, ya no hay marcha atrás como otras veces.
…Caprichoso Destino “Dónde las dan, las toman”
En ese momento y durante el pasar de los días, paradójicamente, se han ido invirtiendo los papeles y los sentimientos. La persona que se deja querer pasa a ser la que ama, y la que amaba pasa a ser la que se deja querer. Con un pequeño pero, la que ahora se deja querer ha sufrido el desgaste de la relación, de luchar y de querer. Por lo tanto, es cuestión de tiempo y si, ya es demasiado tarde. Se acabó.
La frase y la eterna duda
Ahora retumba en su cabeza una frase demoledora “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” y usted con cara de poker. Ya es demasiado tarde, no existe una reconquista, ya no está enamorado de usted, ese barco ya zarpó. Su relación se rompe (por su culpa), usted se queda“queriendo querer” y preguntándose el porqué. La respuesta es fácil, porque no luchó lo suficiente, no quiso lo necesario, no demostró lo mucho que le importaba, no hizo nada por querer y no fue sincero ni con ella ni con usted mismo. No bastaban grandes gestas, ni conquistar castillos ni derrotar a los malos. Usted, gilipollas lo único que tenía que haber hecho es amar. Amar, es decirle un te quiero, un piropo, un detalle, hacerle ver que si era importante y que se sintiese querido. No hay más.
Para concluir, solo me queda decirle, espero que no sea demasiado tarde, y si esta tarde es lo que hay, que haya aprendido la lección. Eso sí, vivirá bajo la eterna duda del no sé si te fuiste por lo que era o por lo que nunca fui.
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