Cuando una persona está sola comienza a pensar en tener una relación pero al mismo tiempo tiene dudas que se parecen al miedo; porque todo vínculo lo obligará a salir de sí mismo.
La soledad permite estar con uno mismo y encontrar el centro, un proceso que no todos conocen pero que es necesario realizar.
Por esta razón, si se siente miedo a tener una relación, mejor es seguir estando solo, porque en algún momento ese miedo desaparecerá y se podrá salir fácilmente de sí mismo para conectarse con otro.
Es importante establecer vínculos sinceros siendo honestos y ayudando al otro a que también lo sea y no tener miedo de decir la verdad aunque duela; porque profundizar en la honestidad dará lugar a un amor más profundo.
Cuando los amantes se separan no necesariamente tienen que intentar olvidarse mutuamente, porque cuanto más lo intenten más recordarán.
Recordar los momentos felices no es un obstáculo que impida seguir adelante o tener una nueva relación; es experiencia y sabiduría y olvidarse de esto no es lo mejor.
Relacionarse es difícil, en realidad es casi un milagro que dos libertades puedan encontrarse y amarse, de manera que hay que conformarse con ser humano y aceptar que ninguna relación es perfecta, que habrá conflictos, diferencias, peleas y que el ajuste ideal no existe, que puede haber amor y conflicto y que se puede lograr un equilibrio.
Los dos nunca pretenderán ser uno, porque cada uno tiene que ser quien es sin presionar al otro para que no lo sea por miedo a perderlo.
El objetivo de una relación es el amor y no solamente el sexo, porque consiste en crear un espacio que les pertenezca a ambos y donde puedan celebrar su amor.
El sexo surge naturalmente, no como algo que se ha planeado, sino en forma espontánea y será sexo verdadero no sólo una descarga de la tensión; porque cuando el sexo es sólo una descarga tensional convierte al otro en un objeto sexual y obsesiona.
Sólo el que se conoce y se ama a sí mismo puede amar al otro profundamente, porque el amor es un estado mental que se logra con el autoconocimiento y si no sabemos quiénes somos no tenemos nada para dar.
Una relación obsesiona cuando se espera obtener algo de la otra persona, quitarle algo, ser dueño de ella, de allí el conflicto, el afán por dominar, poseer, convertir al otro en un medio y no un fin en sí mismo.
El que pretende estar a la defensiva no puede salir de su soledad ni compartir amor, es una máscara viviendo un amor falso y dejando fuera a su propio yo, en un mundo aparte.
Una persona temerosa e infeliz encontrará en su camino a otra persona también infeliz, porque lo similar atrae lo similar, de modo que el que no tiene felicidad para dar es mejor que espere para tener una relación y cambie.
El amor auténtico es sentir empatía, comprender al otro, poder ponerse en su lugar, no depender de la pareja, no convertirse en su esclavo, poder ser libre e independiente para seguir creciendo individualmente sin obstaculizar el desarrollo del otro.
Cuando nos sentimos mal con la pareja, el otro nunca tiene la culpa, la responsabilidad de ese estado de cosas es sólo de uno mismo. Sólo hay que observar detenidamente la situación y ser consciente cuando culpamos al otro.
Solamente nos damos cuenta de nuestro error cuando ya es demasiado tarde y no podemos volver atrás.
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