sábado, 11 de octubre de 2014

El secreto


Querríais conocer el secreto de la muerte. ¿Pero cómo podríais descubrirlo, sino lo buscais en el corazón de la vida?

La lechuza, cuyos ojos, hechos para la noche, están velados para el día, no puede descubrir el misterio de la luz. Pues la vida y la muerte son una misma cosa, como el río y el mar son una misma cosa.

En la profundidad de vuestras esperanzas y aspiraciones duerme vuestro silencioso conocimiento del más allá. Y como semmillas soñando bajo la nieve, así vuestro corazón sueña con la primavera.

Confiad en los sueños, pues en ellos se ocultan las puertas de la eternidad. Vuestro temor a la muerte es semejante al temor de los pastores cuando se encuentran delante del rey, y éste último extiende la mano en señal de agasajo. ¿No se regocija el pastor, a pesar del temor, de recibir el agasajo del rey? Sin embargo, ¿no está él más atento a su temor que a la distinción recibida?

Por lo tanto, ¿qué es morir, sino exponerse, desnudo, a los vientos y a disolverse en el sol? ¿Y qué es cesar de respirar sino liberar el aliento de sus mares agitados, a fin de que se levante y se expanda y busque a Dios libremente? Y sólo cuando bebáis del río del silencio podréis realmente cantar. Y sólo cuando alcancéis la cumbre de la montaña empezaréis a subir. Y cuando la tierra recupere vuestros miembros podréis verdaderamente danzar.

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