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viernes, 2 de mayo de 2014

LAS FLORES


Naced, vistosas flores, 
Ornad el suelo, que lloró desnudo 
So el cetro helado del invierno rudo, 
Con los vivos colores, 
En que matiza vuestro fresco seno 
Rica naturaleza. 
Ya ríe mayo, y céfiro sereno 
Con deliciosos besos solicita 
Vuestra sin par belleza, 
Y el rudo broche a los capullos quita. 
Pareced, pareced, o del verano 
Hijas y la alma Flora, 
Y al nacarado llanto de la aurora 
Abrid el cáliz virginal: ya siento, 
Ya siento en vuestro aroma soberano, 
Divinas flores, empapado el viento; 
Y aspira la nariz y el pecho alienta 
Los ámbares que el prado les presenta 
Do quiera liberal. ¡O! ¡qué infinita 
Profusión de colores 
La embebecida vista solicita! 
¡Qué magia! ¡qué primores 
De subido matiz, que anhela en vano 
Al lienzo trasladar pincel liviano! 
Con el arte natura 
A formaros en una concurrieron, 
Galanas flores, y a la par os dieron 
Sus gracias y hermosura. 
Mas ¡ah! que acaso un día 
Acaba tan pomposa lozanía, 
Imagen cierta de la suerte humana. 
Empero más dichosas, 
Si os roba, flores, el ferviente estío, 
Mayo os levanta del sepulcro umbrío, 
Y a brillar otra vez nacéis hermosas. 
Así, o jazmín, tu nieve 
Ya a lucir torna aunque en espacio breve 
Entre el verde agradable de tus ramas, 
Y con tu olor subido 
Parece que amoroso 
A las zagalas que te corten clamas, 
Para enlazar sus sienes venturoso. 
Mientras el clavel en púrpura teñido 
En el flexible vástago se mece, 
Y oficioso desvelo a la belleza, 
A Flora y al Amor un trono ofrece 
En su globo encendido, 
Hasta que trasladado 
A algún pecho nevado, 
Mustio sobre él desmaya la cabeza 
Y el cerco encoge de su pompa hojosa. 
Y la humilde violeta, vergonzosa 
Por los valles perdida 
Su modesta beldad cela encogida; 
Mas el ámbar fragrante 
Que le roba fugaz mil vueltas dando 
El aura susurrante, 
En él sus vagas alas empapando, 
Descubre fiel do esconde su belleza. 
Orgullosa levanta la cabeza 
Y la vista arrebata 
Entre el vulgo de flores olorosas 
El tulipán, honor de los vergeles; 
y en galas emulando a los claveles, 
Con faxas mil vistosas 
De su viva escarlata 
Recama la riquísima librea. 
Pero ¡ah! que en mano avara le escasea 
Cruda Flora su encienso delicioso, 
Y solo así a la vista luce hermoso. 
No tú, azucena virginal, vestida 
Del manto de inocencia en nieve pura 
Y el cáliz de oro fino recamado; 
No tú, que en el aroma más preciado 
Bañando tu hermosura, 
A par los ojos y el sentido encantas, 
De los toques mecida 
De mil lindos Amores, 
Que vivaces codician tus favores, 
¡O como entre sus brazos te levantas! 
¡Como brilla del sol al rayo ardiente 
Tu corona esplendente! 
¡Y qual en torno cariñosas vuelan 
Cien mariposas, y en besarte anhelan! 
Tuyo, tuyo seria, 
O azucena, el imperio sin la rosa, 
De Flora honor, delicia del verano, 
Que en fugaz plazo de belleza breve 
Su cáliz abre al apuntar el día, 
Y en púrpura bailada el soberano 
Cerco levanta de la frente hermosa. 
Su aljófar nacarado el alba llueve 
En su seno divino; 
Febo la enciende con benigna llama, 
Y le dio Citerea 
Su sangre celestial, cuando afligida 
Del bello Adonis la espirante vida, 
Que en débil voz la llama, 
Quiso acorrer; y del fatal espino 
Ofendida ¡o dolor! la planta bella 
De púrpura tiño la infeliz huella. 
Codíciala Cupido 
Entre las flores por la más preciada, 
Y la nupcial guirnalda que ciñera 
A su Phiquis amada, 
De rosas fue de su pensil de Gnido; 
Y el tálamo feliz también de rosa, 
Donde triunfó y gozó, cuando abrasado 
En su llama dichosa 
Tierno exclamó en sus brazos desmayado: 
Hoy, bella Phiquis, por la vez primera 
Siento que el Dios de las delicias era. 
¡O reina de las flores! 
¡Gloria del mayo! ¡venturoso fruto 
Del llanto de la aurora! 
Salve ¡rosa divina! 
Salve, y ve, llega a mi gentil pastora 
A rendirle el tributo 
De tus suaves odores, 
Y humilde a su beldad la frente inclina. 
Salve ¡divina rosa! 
Salve, y dexa que viéndote en su pecho 
Morar ufana, y por su nieve pura 
Tus frescas hojas derramar segura, 
Loco envidie tu suerte venturosa, 
Y anhele en ti trocado 
Sobre él morir en ámbares deshecho: 
Me aspirará su labio regalado. 

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